Leamos y analicemos el siguiente texto de Fernand
Lelotte, acerca de los interrogantes que con frecuencia se plantea el ser
humano.
LOS ENIGMAS DE LA VIDA-¿Por qué vivir?
"¡Una cosa curiosa es ésta de vivir! Sin mi asentimiento, heme aquí, instalado, desde hace ya algunos años, sobre una máquina redonda -la Tierra- a la que me adhiero como una mosca a una esfera. en las antípodas, en Oceanía, viven otros seres humanos, con la cabeza hacia abajo, ¡sin sentir el menor malestar! Esto se explica, al parecer, por la ley de atracción... que, confesémoslo, no explica nada en absoluto.
Y me consta que esta bola que nos lleva sobre sí no ésta sostenida por nada, ni está suspendida de nada, que da una vuelta completa sobre sí misma en un día lo cual le da, en nuestra latitud, una velocidad tangencial de unos 1 000 kilómetros por hora aproximadamente; que describe una órbita elíptica en torno al Sol, a una velocidad tangencial media de 108 000 kilómetros por hora; que el propio Sol, arrastrando tras de sí a unos centenares de satélites -entre ellos la Tierra-, se dirige hacia la brillante Vega, estrella de la constelación de Lira, a una velocidad de 70 000 kilómetros por hora, y que las tres o cuatro mil estrellas que vemos por la noche, inmóviles, están sostenidas también a velocidades vertiginosas y son arrastradas en una cabalgata fantástica a través de los espacios.
En contra de mis suposiciones, pues, nada hay en reposo en el universo. El mundo entero es una inmensa sala de danza en la que bailarinas endiabladas dan vueltas y más vueltas sin detenerse jamás a tomar aliento. Y yo que leo estas líneas, estoy desesperadamente enganchado a una de estas danzarinas locas y, con ella por pareja, giro, giro... Mañana a la misma hora, no habremos dado, juntos, más que una vuelta sobre nosotros mismo, es cierto, ¡pero habremos recorrido cientos de miles de kilómetros en los espacios interestelares! Y lo más curioso de esta historia es que no siento nada. Es verdaderamente muy extraño.
"¡Una cosa curiosa es ésta de vivir! Sin mi asentimiento, heme aquí, instalado, desde hace ya algunos años, sobre una máquina redonda -la Tierra- a la que me adhiero como una mosca a una esfera. en las antípodas, en Oceanía, viven otros seres humanos, con la cabeza hacia abajo, ¡sin sentir el menor malestar! Esto se explica, al parecer, por la ley de atracción... que, confesémoslo, no explica nada en absoluto.
Y me consta que esta bola que nos lleva sobre sí no ésta sostenida por nada, ni está suspendida de nada, que da una vuelta completa sobre sí misma en un día lo cual le da, en nuestra latitud, una velocidad tangencial de unos 1 000 kilómetros por hora aproximadamente; que describe una órbita elíptica en torno al Sol, a una velocidad tangencial media de 108 000 kilómetros por hora; que el propio Sol, arrastrando tras de sí a unos centenares de satélites -entre ellos la Tierra-, se dirige hacia la brillante Vega, estrella de la constelación de Lira, a una velocidad de 70 000 kilómetros por hora, y que las tres o cuatro mil estrellas que vemos por la noche, inmóviles, están sostenidas también a velocidades vertiginosas y son arrastradas en una cabalgata fantástica a través de los espacios.
En contra de mis suposiciones, pues, nada hay en reposo en el universo. El mundo entero es una inmensa sala de danza en la que bailarinas endiabladas dan vueltas y más vueltas sin detenerse jamás a tomar aliento. Y yo que leo estas líneas, estoy desesperadamente enganchado a una de estas danzarinas locas y, con ella por pareja, giro, giro... Mañana a la misma hora, no habremos dado, juntos, más que una vuelta sobre nosotros mismo, es cierto, ¡pero habremos recorrido cientos de miles de kilómetros en los espacios interestelares! Y lo más curioso de esta historia es que no siento nada. Es verdaderamente muy extraño.
Y cada día, sobre mi globo,
vivo: muevo brazos y piernas, como, cambio de lugar unos objetos, rompo otros,
después me acuesto y pierdo el conocimiento durante algunas horas, mientras
que, en el otro hemisferio de la Tierra,
la mitad de la humanidad, acariciada por los rayos del sol naciente, se
despereza, se levanta, come, trabaja o se divierte, para acostarse a su vez
cuando yo me levante. Y mañana, pasado mañana… volverá a comenzar la misma
operación, la misma comedia. ¡ Es curioso!
Y vivo, porque en mi pecho
late mi corazón, un músculo que se halla en actividad día y noche, al cual yo
no le he dado impulso y cuyo movimiento no me es posible detener mediante un
acto de voluntad. Cien mil veces al día éste músculo se crispa y se relaja.
¿Quién le ha puesto en movimiento y cómo puede latir así?
Cosa curiosa también, yo
vivo a veces…allí donde no estoy. Por una parte, me siento localizado por mi
cuerpo en un lugar determinado del espacio; por otra parte hay en mí un
elemento -que se llama espíritu- que se evade continuamente del lugar donde
estoy y recorre el universo en todas direcciones. Y éste espíritu, sin dejar de
estar en el presente, escruta el pasado sin cesar y contempla el porvenir. Esto
¿No es también raro?
Sinceramente, ¿Cuál es mi
razón de ser? ¿ por qué me ocupo en esta tarea de vivir? Si me despertase en el compartimento de un tren en el que se me hubiere
depositado sin mi consentimiento, preguntaría inmediatamente por qué se me
había puesto allí y cuál sería el término de mi viaje. Cuando se trata de mi
presencia en el universo y de mi estancia en la Tierra ¿No surgirá ningún
problema? ¿No me preocuparé de saber qué se quiere de mí? … Pero –dicen algunos-
¿no es más sencillo hacer como si el problema no existiese o suponerlo
resuelto? La vida es bella –añaden- ¡Vivámosla¡
( LIBRO: La Solución al
Problema de la vida- Págs. 19 a 21. Barcelona, 1962 )
me parece muy buena explicacion
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